Cumbre de cardenales españoles en Roma

El pasado lunes las principales constelaciones cardenalicias españolas se alinearon en la ciudad eterna. Los cardenales Juan José Omella, Carlos Osoro, Presidente y Vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española, y Ricardo Blázquez, arzobispo aún de Valladolid, coincidieron en Roma, circunstancia que hizo saltar las alarmas sobre todo porque el arzobispo de Madrid canceló de improvisto su agenda y viajó de forma urgente a la ciudad eterna.

La cumbre cardenalicia, ésta vez sin la presencia del obispo secretario general de la Conferencia, monseñor Luis Argüello, ni con la participación del otro cardenal española en activo, Antonio Cañizares, provocó sorpresa entre los españoles en la Curia Vaticana y en algunos obispos españoles. La cumbre cardenalicia en Roma no había sido anunciada en la última Asamblea Plenaria de los obispos. 

Despedida 

Si bien la presencia del cardenal Omella no levantó sospechas, dada la frecuencia con la que pasa días en Roma, sí el hecho de la coincidencia con los otros cardenales. Aunque son muchos los temas pendientes de la Iglesia en España en el Vaticano, con la incógnita siempre de la deseada visita del papa a España, la primera versión ofrecida por fuentes cercanas al cardenal Omella era la de que el presidente de la Conferencia Episcopal iba a asistir a las reuniones periódicas en la Congregación del Clero y de los Obispos, de la que es miembro.

En el caso del cardenal Blázquez se interpretó su presencia en los pasillos de la Curia vaticana como una presencia de despedida, dado que, según fuentes de la archidiócesis de Valladolid, el nombramiento del nuevo arzobispo es “inminente”. No se descarta que el cardenal Blázquez se haya reunido con el Papa con varios temas sobre la mesa de España, algunos de ellos polémicos entre los cardenales españoles.  

Cambio en Madrid 

Lo más llamativo fue el aterrizaje del cardenal Osoro, que en las últimas semanas se ha prodigado en actos para acallar los insistentes rumores sobre un cambio en la Iglesia en Madrid. El arzobispo de Madrid repite con frecuencia que el papa le ha asegurado que no tiene intención de que se produzca un cambio de arzobispo en la capital de España, de momento.

Algunas fuentes españoles en Roma apuntan a una visita de Osoro a la Congregación para las Iglesias Orientales, de la que es miembro, aunque hay quien señala que hubiera podido ser convocado a Santa Marta para encontrarse con el papa.

Expedientes abiertos 

Pero, según fuentes vaticanas, no se descarta que la coincidencia de los tres cardenales españoles, además de los motivos aludidos, se deba a una llamada conjunta por parte de altas instancias vaticanas para afrontar la situación de la Iglesia en España, sobre todo en lo referido a la veintena de expedientes de provisión abiertos en estos momentos en la mesa del Nuncio de Su Santidad.

Fuentes de la Conferencia Episcopal Española apuntan a que la coincidencia de cardenales en Roma se debe a una mera casualidad.

Hay fuentes conocedoras de la situación de la Iglesia en España que incluso apuntan a que se está intensificación una especie de campaña contra el trabajo de la Nunciatura, que parece enviar a Roma información que no concuerda con las versiones que ofrecen algunos de los miembros de la cúpula de la Conferencia Episcopal Española.

Desayuno informativo de Omella

Un dato significativo de cómo se está gestando el futuro de la Iglesia ha sido la participación del cardenal Omella, la pasada semana en Madrid, en un desayuno informativo. En el acto, con nula presencia de miembros del Gobierno, ni de personalidades relevantes, se escenificó una anuencia entre los cardenales Omella y Osoro, hasta el punto de que el cardenal Omella provocó la intervención del arzobispo de Madrid, que se dedicó a glosar la buena marcha del Sínodo diocesano en la capital de España.

Lo que parece claro con esta cumbre de cardenales en Roma, si es que existen determinadas coincidencias, es que el “melón de la Iglesia en España”, de su futuro, de los nombramientos episcopales, sigue abierto. Y el tiempo pasa, en Roma y en España.

Todo ello en un momento en el que se intensifica la acción del Gobierno con leyes anticristianas y en el que los datos de la Iglesia referidos a la vitalidad sacramental no parecen los mejores en décadas.

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