, 16 Ago. 22 (ACI Prensa).- La Arquidiócesis Primada de México denunció el drama que afrontan los mineros “olvidados” en México, evidenciado en los 10 trabajadores que quedaron atrapados en una mina de carbón bajo tierra a inicios de agosto.
En su editorial publicado el domingo 14 de agosto en el semanario arquidiocesano Desde la Fe, titulado “Los olvidados de siempre”, la Arquidiócesis de México recordó la parábola del hombre rico y del pobre Lázaro, para indicar que “hoy, otros Lázaros están muriendo también, ahora en el fondo de un pozo de carbón”.
“Y el olvido se traduce en no levantar la voz contra una industria minera que debe garantizar las medidas de seguridad y dignidad necesarias para que puedan desarrollar sus actividades”, añadió.
El 3 de agosto, sobre la 1:35 p.m., una mina de carbón se derrumbó a causa de una inundación, en el municipio de Sabinas, en el estado mexicano de Coahuila.
Cinco mineros lograron escapar y recibieron atención médica, pero diez quedaron atrapados bajo tierra.
Este 16 de agosto, en su conferencia de prensa matutina, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, aseguró que “vamos a estar todo el tiempo hasta rescatar a los mineros”.
Por su parte, Laura Velázquez Alzúa, Coordinadora Nacional de Protección Civil, anunció que “a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores” se contactará a dos empresas extranjeras para obtener “una opinión para determinar las acciones con mayor precisión” sobre el rescate de los mineros atrapados.
En su editorial del domingo 14 de agosto, la Arquidiócesis de México señaló que “los familiares de los mineros de El Pinabete han declarado que los trabajadores no estaban dados de alta en una nómina, no tenían seguro social ni acceso a vivienda”.
“Lo único que recibían cada sábado era un sobre con el dinero que lograron durante una semana, el cual podía ir desde los dos mil pesos”, indicó.
Además, dijo la Arquidiócesis de México, “también han surgido dudas sobre la propia mina”, pues “el pozo se convirtió en una bomba de tiempo, alrededor todo era un gran depósito de agua que amenazaba con entrar a su área de trabajo en cualquier momento. Y de acuerdo con los familiares, los propios mineros lo alertaron”.
Para la arquidiócesis mexicana, “nos hemos acostumbrado a no exigir el nombre y la dignidad de aquellos hermanos que trabajan en las minas y en otros oficios a los que no solemos mirar”.
“La inundación en este pozo se nos convierte en un reclamo de Dios para que rescatemos del olvido a tantos hermanos y hermanas nuestros en igual peligro”.
“Nos pide reconocer a los Lázaros de nuestra puerta y saberles dar nombre, espacio en el corazón y reconocimiento en nuestras decisiones y legislaciones”, añadió.