4 retos actuales que San Agustín venció para seguir a Cristo

, 27 Ago. 22 (ACI Prensa).- El P. Hans Zavala, sacerdote de la Orden de San Agustín y rector del Colegio Santa Rosa de Chosica (Perú), explicó cuatro retos que hoy impiden a muchos reconocer a Cristo como nuestro Salvador y seguirlo, y que San Agustín logró superar.

San Agustín, a quien la Iglesia Católica celebra cada 28 de agosto, nació el año 354 en Tagaste, al norte de África. Su madre fue Santa Mónica y su padre, Patricio, un pagano violento. Vivió en pecado hasta su conversión a los 32 años. Luego, fue Obispo de Hipona y luchó contra las herejías. Hoy es Doctor de la Iglesia y su obra más destacada es “Confesiones”, donde muestra la misericordia de Dios hacia él.

En una entrevista concedida a ACI Prensa, el P. Hans Zavala dijo que los retos que enfrentamos en la actualidad son muy parecidos a los que vivió San Agustín en su tiempo, donde la sociedad era relativista, la gente adoraba a muchos dioses e iba perdiendo los valores cristianos.

Sin embargo, recordó que, al igual que San Agustín, nosotros también podemos superar los 4 retos que nos impiden reconocer a Jesús como el Salvador de la humanidad.

A continuación, los cuatro retos actuales que el santo superó para seguir a Cristo:

1.               El relativismo y la post verdad

El P. Zavala dijo que el primer reto es “el mundo de la post verdad”. “Tanto en su mundo como en nuestro mundo, el hombre está cada vez más necesitado de una verdad que guíe sus vidas, de un propósito claro que iluminen sus mentes”, señaló.

El sacerdote recordó que San Agustín dijo las frases: “El corazón del hombre está lleno para la eternidad” y “Nos hiciste Señor para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descansa en ti”, porque el ser humano siempre está buscando “algo que no se acabe”, que “nadie nos pueda quitar, algo que sea eterno”.

Sin embargo, señaló, “hoy tantos jóvenes andan por el mundo sin saber por dónde ir, ni qué cosa estudiar o a dónde llevar el propósito de su felicidad”, pues “se enfrascan en pseudo felicidades y en pseudo verdades, que a la larga dejan más vacío que lleno el corazón del hombre”.

El P. Zavala dijo que esto pasa porque “el relativismo oculta la verdad” y “para quien no existe la verdad y solo existen las opiniones, las pseudo verdades o las pequeñas verdades de cada uno, es imposible alcanzar una verdad objetiva, sino que todo depende de nuestra subjetividad”.

2. El hedonismo

El sacerdote agustiniano dijo que tanto en la época de San Agustín como en la actualidad la sociedad es “hedonista”, es decir está “totalmente centrada en el culto al placer y a la comodidad”.

“Una sociedad así impide que la persona alcance el sentido cristiano de la cruz, que pueda reconocer la cruz como un instrumento también de felicidad, porque en la cruz es donde más nos parecemos a Jesús”, agregó.

3. El individualismo

El sacerdote agustino señaló que el tercer reto es el “individualismo” de la sociedad, pues el hombre está “cada vez más encerrado en uno mismo, en lo que a uno le gusta, que deja de ver el corazón de quien sufre, de quien está al lado”.

Frente a esta actitud, el P. Zavala recordó que “San Agustín nos hace ver justamente que la felicidad es mejor alcanzarla en comunidad que a solas”.

El sacerdote explicó que esto significa que “si bien la santidad es una llamada personal de Dios al hombre, no es posible realizarla sola, sino que necesitamos de la comunidad para poder ayudarnos mutuamente a alcanzar la santidad”.

4. La pérdida de sentido

“El último reto es, como también le pasó a San Agustín, el darnos cuenta que en medio de todo esto, del relativismo, de esta indiferencia, individualismo, hedonismo, en el fondo de todo ello está la búsqueda de sentido de la persona”, dijo el P. Zavala.

“Buscamos algo que nos satisfaga, pero no sabemos qué cosa es. Buscamos un motivo para existir, un motivo para sonreír, un motivo para poner nuestra vida al servicio de los demás, porque es lo que reclama nuestro corazón, algo que nos llene realmente”, señaló.

En ese sentido, recordó que “lo que nos llena no es ni el dinero, ni un buen título, ni coches, ni una casa, ni una familia perfecta, como la que nos ponen en las películas”.

“Lo que nos llena es una vida con propósito, al servicio de los demás, que sea capaz de entregarse hasta darlo todo por un propósito claro, que haga mejores la vida de los demás, y que haga de este mundo un mundo mejor de cómo lo encontramos”, subrayó.

“Quizás esa pérdida de sentido es lo que lleva a los hombres a caer en el hedonismo, a cubrirlo con el relativismo, hasta que al final terminamos siendo indiferentes e individualistas frente al dolor de los demás”, concluyó.

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